
En el último mes se dio a conocer un acuerdo entre Cancillería y el Gobierno Chino para que la Argentina produzca y exporte cerdo a gran escala al gigante asiático a lo largo de los próximos años. El acuerdo abrió la controversia acerca del impacto ambiental que tendría esta transformación y desconfianza sobre por qué China elige dejar de producir ellos mismos para que lo hagan otros.
La carne porcina es la más consumida a nivel mundial, y China representa casi la mitad de ese consumo. En 2019, el país asiático sufrió un brote de la altamente contagiosa peste porcina africana (PPA) entre cerdos, que contando muertes y sacrificios hizo perder a China millones de cabezas de ganado. Se cree que hasta 150 millones de cerdos tuvieron que ser sacrificados para contener los contagios.
Esta pérdida en la producción significó para China una caída de 18 millones de toneladas de proteína para su población de 1400 millones de personas. Como China necesita recomponer esa cantidad de producción y garantizar, mirando hacia el futuro, el abastecimiento necesario como para evitar una crisis alimentaria a nivel nacional, el Partido Comunista estaría buscando acuerdos para llevar la producción de cerdos a otros países, entre ellos la Argentina.
Si bien el crecimiento de la industria porcina significaría un crecimiento económico para la Argentina, han circulado también argumentos que echan luz a los riegos este futuro posible, fundamentalmente el riesgo sanitario y ambiental.
Por un lado, está el problema ambiental que conlleva seguir expandiendo la frontera del cultivo agrícola: aumentar considerablemente la producción de carne, implicaría también la necesidad de aumentar la producción de granos (de soja y de maíz) para alimentar a los animales. Sumado a esto el problema de desechos y contaminación que generan estas granjas.
También se ha argumentado que las condiciones de producción de carne porcina del estilo feedlot y sus malas condiciones sanitarias generan un caldo de cultivo que facilita la aparición y circulación de enfermedades que ponen en riesgo a la población porcina. La Gripe Porcina Africana, que ha diezmado a la población de cerdos chinos ya más de una vez en los últimos años, es ejemplo de ello. Otro caso similar es la reciente aparición del virus de gripe G4 H1N1 que fue denunciado por expertos como un virus con “potencial pandémico” en el caso de que mutara de animales a humanos. Si la experiencia del coronavirus nos ha dejado algún aprendizaje, es acerca de la importancia de evitar la generación y circulación de viruses en contextos de producción animal, ya que pueden transformarse en virus que contagien a humanos a gran escala. Evitar correr estos riesgos podría ser una de las razones detrás del interés chino en externalizar la producción de carne porcina.
Por otro lado, hay razones vinculadas a proyecciones económicas para China. Se estima una recuperación acelerada de la economía del país oriental para los próximos 20 años, que sería acompañada por un crecimiento en el poder adquisitivo de su población y un incremento en el consumo de carne. Esto explicaría la necesidad de planificar un crecimiento en la capacidad de abastecimiento de carne con tanta explicación.
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