
El régimen chino trató de encubrir en los últimos años las violaciones a los derechos humanos de minorías uighures pero sin embargo, gracias a investigaciones periodísticas de distinto origen, estas se terminaron destapando a pesar de la voluntad de las autoridad. Ahora, a esta cruzada por la verdad se agregan los esfuerzos del Vaticano: el Papa denunció públicamente la persecución a minorías uighures en China.
Un pasaje del nuevo libro del Papa en el que menciona la persecución que sufre la minoría musulmana uigur en China provocó la semana pasada una reacción del régimen de Xi Jinping.
En su nuevo libro, “Déjennos soñar”, que se publicará el 1 de diciembre, Francisco menciona a los “pobres uigures” entre los ejemplos de grupos perseguidos por su fe.
“Pienso a menudo en los pueblos perseguidos: los rohinya, los uigures, los yazidíes — lo que el ISIS les ha hecho es verdaderamente cruel — o los cristianos en Egipto o Pakistán, asesinados por bombas mientras rezaban en la iglesia”, apunta el sumo pontífice. Hasta ahora, Francisco no se había pronunciado en contra del régimen Chino.
Las autoridades del gigante oriental salieron a repudiar el texto de Francisco, apuntando que sus dichos “no tienen ninguna base fáctica”. Sin embargo, las violaciones de los derechos humanos de la población uighur en el noroeste de China han sido largamente reportadas por medios de todo el mundo.
La población uighur es una minoría étnica y religiosa que habita la región de Xianjing, en el noroeste de China. Según reportó el New York Times, en los últimos 10 años el Gobierno Chino ha gradualmente restringido las actividades religiosas, culturales y comerciales de los uighur. Según varios reportes, el Gobierno Chino exageró la amenaza de grupos separatistas uigures para justificar la represión en la región y la persecución religiosa en esta región.
Entre las medidas más drásticas reportadas por el Gobierno Chino resaltan atropellos a los derechos humanos como confinar a uighures en campos de reeducación religiosa y cultural, adonde se los obliga a replicar las prácticas y creencias oficiales, y también el sometimiento a trabajo forzado en fábricas.
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